jueves, 4 de junio de 2009

El problema del machismo

Sé perfectamente que ya se ha escrito bastante sobre este tema y que algunos de mis lectores les parecerá raro que escriba sobre el mismo, pero lo considero de mucha importancia ya que aunque se ha caminado a lo largo de los años aún se reflejan en nuestra sociedad muchas de estas características machistas que han hecho y que hoy por hoy nos siguen haciendo mucho daño a todos, a nuestras familias a nuestro país. Y que el hecho de ver que en otras culturas este problema aparece más marcado no significa que nosotros estemos bien.
Sí, queridos lectores, toco este tema porque sus víctimas directas son las mujeres, pero con ellas sucumben los hijos, las familias y toda la sociedad humana.
Según Martín Baró, religioso jesuita, dice que el machismo es una ideología opresora que divide a los individuos en superiores e inferiores, según su sexo. La superioridad del macho, no siempre reconocida abiertamente se manifestará en todos los planos: físico, el hombre es más fuerte y resistente; en el plano sexual el hombre tiene más energía, de ahí que necesita varias mujeres; además él no se enamora, porque eso “no es de hombres”, él las toma y las deja; el hombre demuestra su fuerza y también su valentía por medio de la agresividad “no le tiene miedo a nadie”. El hombre es más inteligente que la mujer, también sabe más, por lo tanto debe mandar; el hombre es el único que trabaja lo que también legitima su autoridad, la mujer es carente de toda cualidad positiva, se debe a él, él la manda y la castiga –incluso físicamente cuando corresponde- Si este hombre se casa es porque “cayó”, o lo “agarraron” y hay peligro que pierda la libertad, sin embargo si es bastante hombre hará ver quién manda. Mientras él es libre ella no podrá salir de la casa “que se preocupe nada más del hogar y de sus hijos”. Por su parte, la mujer ha sido socializada para aceptar esta ideología, tiene rasgos masoquistas y se cree inferior. [1]
Lo que Baró afirma es una realidad fuertemente marcada en toda América Latina y lo que es más, mientras más pobres y subdesarrollados son los pueblos más marcada es esta triste realidad, con esto no quiero decir que en ciudades del primer mundo no se conviva con este grave problema. Lo terrible de todo esto es que esta filosofía se va transmitiendo de generación en generación. Lamentablemente el padre de familia va transmitiendo con sus palabras, gestos y actitudes toda una serie de antivalores que se dan dentro de la misma familia. El padre manda y la madre obedece, si él se enoja puede golpearla, ella debe ser sumisa y soportar en silencio, es el “destino de las mujeres”, ellas han nacido para el sacrificio. El padre pasa la mayor parte del tiempo fuera de casa, cuando está en ella es exigente y pone énfasis en sus derechos, delegando a la mujer los deberes. Y si a ella no le gusta puede irse de la casa. La mujer no se revela porque él la echaría, porque “todos los hombres son iguales”, porque ellas fueron socializada así desde pequeñas, sirviendo primero a los hermanos y recibiendo sus órdenes y golpes, para servir después a su marido. Antes de casarse, su madre y otras mujeres le aconsejaron lo que ella ya sabía: debía ser sumisa y “aguantadora”, además hay que tener cuidado con otras mujeres, no para evitar que él ande con otras, pues eso es inevitable, sino cuidando que él no tenga muchos hijos porque de lo contrario se restaría que lleva a casa. Los hermanos cuidarán que sus hermanas no anden solas, frecuentemente deberán golpearlas para cuidarlas bien, mientras que ellos están a la caza de niñas, y luego contar sus hazañas sexuales en el grupo de amigos.
Siguiendo con estas características machista, en nuestro contexto, el padre ejerce la autoridad directa sobre su mujer, tiene poca relación con los hijos porque ellos en general son tarea de la madre. Muchas veces el padre se comporta como autoritario, agresivo, frío y distante porque considera la suavidad y la manifestación de los sentimientos como cosas de mujeres. Por esta razón la imagen paterna deja mucho que desear en nuestra sociedad.
Pudiera seguir haciendo toda una tesis sobre las manifestaciones machistas en la actualidad pero creo que no es el objetivo de este corto ensayo.
Desgraciadamente tanto los padres como los sistemas educativos e incluso las religiones, en particular las monoteístas que excluyen de su jerarquía a la mujer, han inculcado tradicionalmente esta actitud, tan absurdamente argumentada desde hace siglos hasta la actualidad.
Está claro que el machismo debe ser erradicado. Pero quiero que quede claro que no hay ley ni recurso que valga si todos los hombres y mujeres no nos comprometemos, y nos implicamos en su desaparición. Sí, así como todos reprochamos la violencia, el terrorismo, la corrupción, la delincuencia, el maltrato infantil, también todos deberíamos luchar y protestar en contra del machismo.
Desde el hogar se debe trabajar y educar a los hijos con la conciencia de la igualdad de género, hay que dejar el miedo a un lado, se debe educar con igualdad de derechos y obligaciones, se debe trabajar unidos, con la misma filosofía, de lo contrario estaremos cometiendo los errores que en el inicio del ensayo comenté.
Pero todos sabemos que una de las medidas preventivas eficaces es la educación, y está en nuestras manos, en la escuela, en una labor a corto, mediano y largo plazo, el lugar idóneo donde estudiar los valores de igualdad de derechos y deberes entre sexos.
Lo repito, todos estamos claros que uno de los remedios ante este problema es la educación, y más educación. Sí, pero además se debería empezar dentro de esta educación a eliminar de las escuelas y todos los centros educativos todas aquellas leyes, teorías, códigos, normas, preceptos, dogmas, que marquen las desigualdades y privilegios.
Ante el machismo no cabe más que la condena, la reprobación, el rechazo y el activismo. El problema está en que no basta cambiar las ideas sino también los comportamientos.
[1] Baró, M. Ignacio, Problemas de Psicología Social en América Latina, Ed. UCA, El Salvador 1985.

1 comentario:

  1. El machismo va desapareciendo poco a poco y como todo en la vida
    si los o las protagonistas no luchan por su lugar nadie lo hace.

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